Reportaje sobre la historia y la cultura de Armenia, Quindío.

 La memoria yace bajo las páginas olvidadas.

Anderson Valencia


La ciudad de Armenia ha cambiado mucho desde su fundación y continúa en ese

proceso de transformación y modernización; su arquitectura y en general todo su paisaje

dista mucho de lo que fue antaño. En esta investigación vamos a hacer un viaje en el

tiempo a esa Armenia anterior al Terremoto de 1999, a esa ciudad edificada por

caficultores y arrieros, hombres y mujeres de espíritu resuelto y corazón resiliente.






Huelga decir que el territorio que hoy ocupa la ciudad de Armenia y todo el
departamento del Quindío estuvo habitado por los Quimbayas, pueblo indígena de la familia
de los Caribes que se asentaron en la ladera occidental de la Cordillera Central de los Andes,
conocidos por su producción de piezas de cobre y oro. Con la llegada de los españoles y la
institución de la Colonia en el siglo XVI, estas tierras de empinadas laderas, montes
impenetrables y ríos caudalosos quedaron relevadas al olvido por los próximos tres siglos.

Para finales del siglo XIX las constantes guerras partidistas entre Liberales y
Conservadores, y sobre todo la Guerra de los Mil Días obligó a una gran cantidad de personas,
en su mayoría campesinos antioqueños y caldenses a refugiarse en las montañas en búsqueda
de una nueva y mejorada vida; a este hecho cultural se le conoce como la Colonización
Antioqueña. Fue así como en 1889 fue fundada la ciudad de Armenia por un grupo de personas
proveniente de Salento y Boquía. La junta fundadora estuvo encabezada por Jesús María
Ocampo, “el Tigrero” (alias dado por su afición a la cacería de este animal), Luis Tabares, Juan
de Dios Arango y Rafael Uribe; Así lo indica el historiador Gonzalo Alberto Valencia Barrera
en su obra relatos, fundaciones y descripciones de los pueblos del Quindío.

El primer nombre que se tuvo en consideración fue Villa Holguín, en homenaje al
presidente de la República Carlos Holguín Mallarino, sin embargo, al ser este conservador los
fundadores, que eran en su mayoría liberales, optaron por nombrarla Armenia por una finca del
mismo nombre que se encontraba en inmediaciones, aunque otros autores afirman que el
nombre se debe al país del Cáucaso.

A partir de allí, el caserío fue creciendo cada vez más, hasta convertirse en
corregimiento del municipio de Salento en 1890 y en municipio en 1903; Fue tal su crecimiento
en tan poco tiempo que en 1927 el poeta Guillermo Valencia Castillo le concedió el título que
llevará para siempre: Ciudad Milagro.

Otro acontecimiento importante para la ciudad fue la llegada del Ferrocarril del Pacífico
en 1927, que conectó al puerto de Buenaventura con Armenia, lo que favoreció enormemente
la exportación del café cuya producción iba en aumento. De esta manera, Armenia se
constituyó como uno de los principales centros de trilla de café del país. El historiador y
miembro de la Academia de Historia del Quindío, Fernando Jaramillo Botero, explica que la
decadencia de la red ferroviaria en el Quindío y en el país en general comenzó en la década de
los 50, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial consideraron que la
geografía del país no era adecuada para las líneas férreas y recomendaron que en su lugar se
construyeran carreteras y se utilizaran camiones. El Ferrocarril del Pacífico dejó de funcionar
en 1992, y actualmente solo sobreviven las ruinas del que fue considerado el ferrocarril más
extenso y desarrollado del país
.
Para la década de los 50, Armenia experimentó un gran crecimiento en el sector
industrial, fue impulsora en la región en la fabricación y comercialización de herramientas e
insumos destinados a la agricultura; organizaciones como Industrias Vigig principal fabricante
de trapiches y despulpadoras de café, Industrias de Cuero Trianón o la Fábrica de Gaseosas del
Quindío, fueron las más sobresalientes en la ciudad.

Terremoto de 1999

Sin lugar a dudas el Terremoto del Eje Cafetero marcó un antes y un después en la
historia de Armenia. Ese 25 de enero de 1999 un sismo de 6,2 grados interrumpió la
tranquilidad de los desprevenidos habitantes que se encontraban almorzando; el movimiento
telúrico se manifestó con gran fuerza en los departamentos de Risaralda, Valle y Caldas, pero
la ciudad de Armenia pagó el precio más alto. El evento destruyó los principales centros de
control de la ciudad como el Cuartel de Policía, la Estación de Bomberos y la Defensa Civil,
lo que entorpeció las labores de rescate y de recuento de víctimas, que se estima llegaron a
1000. En la emergencia también se vieron afectados los principales centros de salud, cuyas
instalaciones quedaron averiadas y a falta de insumos y de energía los heridos tuvieron que ser
remitidos a hospitales de otros departamentos.

“[...] yo estaba aquí en mi casa, eso fue como a la 1 de la tarde, estaba en el patio con
un hijo, cuando menos pensé fue que comenzó a temblar duro, cuando comenzó mi casita a
caéceme [...] esa noche no pudimos dormir nada porque cada rato hacía réplicas” manifestó
Mery Zarta, que al momento del terremoto se encontraba en el municipio de Montenegro.

El docente de la Universidad del Quindío, Augusto Misse, explicó que la ciudad no
estaba preparada para afrontar una situación de esta magnitud y también hizo énfasis en que
hubo inconsistencias en la administración del Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero
(FOREC) por parte de los privados; “mucho dinero entró a la ciudad, con este la ciudad pudo
haber salido de la crisis económica a causa del desempleo, pero no se logró esta gran
oportunidad” expresó Misse.

Es precisamente después del terremoto que la ciudad comenzó a cambiar drásticamente,
pues durante la reconstrucción se reemplazaron los materiales tradicionales como la guadua,
madera y el bahareque por materiales mucho más duraderos y resistentes; asimismo, se
reemplazaron los estilos arquitectónicos pasando de construcciones sencillas de dos o tres
plantas, a edificios mucho más elevados y complejos. Armenia comenzó un crecimiento
urbanístico hacia el sur por Puerto Espejo- Pueblo Tapado y surgieron nuevos barrios y
comunas que aún hoy siguen expandiéndose.

Otro cambio que resalta mucho en la nueva ciudad tiene que ver con el sector comercial,
vemos como se eliminaron las galerías y los puestos de mercado al aire libre (salvo unos
cuantos que sobreviven hoy por el CAM) y fueron sustituidos por los modernos centros
comerciales y malls.

Entre las edificaciones más antiguas que sobrevivieron al terremoto y que aún se
conservan están el edificio José María Córdova en la calle 21 con carrera 15 y el edificio
Almacenes El Lobo en la carrera 16 con calle 17, construcciones que con el paso del tiempo se
convierten en monumentos históricos para la ciudad, opinó Augusto Misse. Otras expresiones
artísticas apreciadas por los cuyabros son: el busto de Abraham Lincoln en el parque El Bosque
y el monumento al esfuerzo del maestro Rodrigo Arenas Betancourt ubicado en la plaza de
Bolívar, junto a muchas otras obras que se encuentran por toda la ciudad. Por su parte, el parque
Uribe conserva la tradicional arborización característica de los parques de antaño junto con el
parque Guillermo León Valencia.

Lastimosamente fueron más las estructuras que perecieron con el sismo, como es el
caso del célebre Castillo Getsemaní ubicado en el centro de Armenia y reconocido, entre otras
cosas, por ser la primera sede del Colegio Nacional y fungir como centro religioso para los
habitantes del sector. Propiedad del señor Domingo Quintero, es quizás el edificio más
recordado por las personas que tuvieron la oportunidad de conocerlo.
Antes del terremoto, la capital del Quindío contaba con varios teatros o cinemas en
donde se desarrollaba la vida social de sus habitantes, el teatro Municipal, el Colombia, el
Yanuba o el Izcandé, se conservan en la memoria de los cuyabros; pero el más recordado de
todos es sin duda el Teatro Bolívar.

Tradiciones

Las tradiciones son inherentes a la memoria porque prevalecen a través del tiempo y
son transmitidas de generación en generación enriqueciendo la cultura y el sentido de
pertenencia por la ciudad. Estas expresiones se representan por medio de las costumbres, los
bailes, la música, la comida, pero sobre todo a través de las celebraciones que conmemoran
hechos importantes de la historia; las fiestas aniversarias de Armenia están cargadas de muchas
tradiciones como el desfile del Yipao, que lleva más de 30 años realizándose, también es muy
conocido el desfile de la Familia Castañeda y demás muestras culturales.
Por su parte, la época navideña también es festejada en la capital quindiana con el
desfile de años viejos el 31 de diciembre y en Halloween los motociclistas salen a lucir sus
disfraces en una caravana por la ciudad.

Ya para finalizar, el profesor Augusto manifiesta: “Es importante conocer la historia
porque la historia nos centra en cuáles han sido los errores cometidos, en cuáles han sido las
dificultades que ha tenido en este caso la ciudad de Armenia, conocer cómo ha sido el contexto
[...] la historia recobra una importancia singular para el buen desarrollo de la ciudad”.

En cuanto a cómo se preserva la memoria histórica de Armenia el profesor Misse
asegura que se hace a través de los libros, la prensa y los archivos, y considera que estos últimos
son los más importantes y sin embargo son los menos consultados. Además, sugiere que
debería existir un monumento de memoria histórica en la ciudad, en donde se encuentren las
imágenes y los videos que retratan el paso del tiempo. “esa memoria histórica se tiene que
recuperar a través de los relatos de historiadores, pero también de personas que aún pueden
contar la historia de la ciudad de Armenia, lo que no está documentado”.

Un fenómeno social actual, es la indiferencia de los jóvenes frente al mundo que les
rodea, han olvidado su historia y sus orígenes, quedando estos únicamente en las páginas de
los libros y en la memoria de los mayores. Esto no debería ser así; porque si los jóvenes olvidan
quienes son se harán más susceptibles a abandonar sus propias tradiciones y a reemplazarlas
por costumbres ajenas que nada tienen que ver con ellos. Borges decía: “Somos nuestra
memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”;
Así es la memoria: un conjunto de datos, fechas, nombres y lugares que nos recuerdan siempre
en dónde estuvimos, en dónde estamos y hacia donde vamos.





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